-Se ha tardado casi dos décadas en poder profundizar sobre el tema de la shoah. Algunas heridas históricas son tan traumáticas que se necesita tiempo para hablar sobre el tema. Pero estamos obligados a recordar, a dar testimonio. A finales del siglo XX y principios del si la temática del holocausto se extiende por toda Europa originando el concepto de memoria colectiva, que florecerá en España décadas más tarde como consecuencia directa del franquismo.Se hace cada vez más necesario el acto de recordar, y Juan Mayorga es el primer dramaturgo que profundiza sobre el tema de la shoah en España, continuando así con el teatro de la memoria que había propuesto anteriormente Sinisterra.
Formalmente el teatro de Mayorga es fiel a las estéticas contemporáneas . Se perciben en el teatro español actual dos líneas, el teatro literario y el teatro de imágenes. Mayorga abandona los viejos convencionalismos y el teatro literal por el que propone imágenes y evoca. De ahí su dramaturgia. En sus propuestas hay siempre un espacio para la reflexión . Él plantea un problema abierto y controvertido para implicar al público y hacerle reflexionar. No se trata de establecer criterios o dogmas . Se trata de proponer viajes.
Ha dedicado dos obras a investigar y profundizar sobre el tema de la shoah; Himmelweg(camino al cielo, 2003) y El cartógrafo(en 2010). Con ellas se hace patente su objetivo de tratar de explicar lo inexplicable del exterminio judío entendiéndolo como el culmen de la violencia y la humillación en la historia del hombre. Es un acontecimiento singular y completamente inefable. No se puede representar esa barbarie. No sabemos representar algo tan bárbaro y violento. Pero debemos acercarnos y construir una memoria colectiva y una representación documental que trate de acercarse con respeto, humildad y contundencia. Debemos recordar. En Himmelweg nos habla de la gran farsa que tuvo lugar en el lager de Terenzin. Un médico de la cruz roja fue a visitar el “campo de trabajo” y se encontró que el barracón era un “campo de refugiados” de ensueño donde la población judía era valorada y vivía feliz. Obviamente los judíos eran obligados a representar sus papeles para que la farsa tuviera éxito y el lager de Terenzin fuera a ojos del mundo un espacio de desarrollo social para la población judía. Se observa en esta obra la utilización del metateatro por parte de Mayorga y la presencia invisible del horror ya que huye de mostrar gratuitamente violencia literal y visceralidad en cualquiera de las dos propuestas. En el cartógrafo nos cuentan la historia de dos españoles que visitan Polonia y se topan con un anciana que en su día fue nieta de un importante cartógrafo. Éste, al estallar el conflicto en la ciudad, se escondió con ella en una buhardilla. La niña, movida por su necesidad de dar testimonio sale a la calle a dibujar el mapa de la ciudad y relatar todo lo que estaba sucediendo allí. La figura del niño es la mirada del futuro, y el futuro en sí mismo debe recordar y dar testimonio del horror.
En definitiva, el teatro de Mayorga recupera el texto sin trabajarlo de manera caduca y literal. Recupera el poder de la historia y su funcionalidad de proponer interrogantes al público. Propone imágenes e interrogantes sin respuesta. Trabaja el doble filo de la palabra, la fuerza de lo dicho es equiparable a lo que se omite. La historia no es lo que se dice, sino lo que se oculta. Creo que es muy difícil y peligroso acercarnos a la problemática de la espectacularización del holocausto. Teniendo en cuenta que vivimos en la sociedad del espectáculo y que su estructura deriva en una necesidad puramente occidental de espectacularizar todo , corremos varios peligros importantes.
Mayorga afirma que tratar el horror es inefable. No puedes hablar de algo que no conoces. Puedes acercarte de manera documental mediante una ficción , pero nunca podrás representarlo en su totalidad. No podemos hacernos una mera idea de cómo olían los cadáveres o que sentían los judíos mientras se orinaban en los pantalones y una bala del 45 les atravesaba el cráneo. Nos queda el silencio. Mayorga hace mucho hincapié en la memoria y la memoria muchas veces es tramposa, y muy creativa. Estoy de acuerdo en que hay que dar testimonio, y hay que hacerlo con humildad y respeto, sino, puedes acabar frivolizando el horror y vendiendo musicales sobre Anna Frank a los grandes teatros de la capital. La memoria colectiva es importante pero ¿cómo representamos el horror? ¿estamos capacitados realmente para hablar de ello? ¿para dar testimonio? Existe bastante material documental sobre el holocausto y es sin duda de gran ayuda, pero ¿cómo representas el horror sin ser literal o evidente? Mayorga abandona los arquetipos, sus personajes entrar en la zona gris de la moral, no existen los malos y los buenos. No hay generales nazis crueles, ni judíos famélicos. Y es sin duda una apuesta arriesgada. Creo que el teatro de Mayorga ha sido honesto, humilde y sobre todo, una manera creativa y útil de dar testimonio a través del teatro sin caer en la frivolización o en la violencia gratuita que tan de moda está en la actualidad.